Y dale con que los teléfonos móviles no interfieren con los instrumentos de vuelo… Qué pesados, por favor. ¿Y qué más da si interfieren o no? ¡Que es una norma! ¡Que no os enterais! Lo apagas, y punto, que para eso te lo están pidiendo.
Que igual es solo para que no nos molesten tus tonos, politonos y tus soniditos del “angry birds”. Que lo más probable es que sea para que no molestes al resto de pasajeros. ¡Que no vas en bus!
Que si las ondas del móvil no pueden causar interferencias, que si los monitores no se pueden apagar, que si los teléfonos son inofensivos…
¡Pues estáis todos equivocados!
Quizá no causan interferencias como tal, pero sí pueden hacer saltar una alarma de incendio. Y eso está comprobado y requetecomprobado. Claro, como vosotros no levantáis el culo del asiento y no os tenéis que preparar con una capucha de oxígeno y un extintor para apagar el fuego que no existe, pues… ¡hala! a dedicarse a juguetear con el dichoso móvil.
Si es por rebeldía, ¡que yo lo sé!
Es por haceros los superlistillos, para luego contarle a vuestros amigos que habeis llevado el móvil encendido y no ha pasado nada; pues venga, encendedlo todos hasta que sí pase.
Y en el hipotético caso de que no pasase nada (igual no se cae el avión, ni explota, ni pierden el control, pero algo SÍ QUE PUEDE PASAR), ¿Qué te cuesta obedecer las normas? Si ves que tal, tira también de las palanquitas rojas que dicen “tirar solo en caso de emergencia”…
Un día, voy a ir a vuestros trabajos y voy a tirar del cable ese que conecta vuestro ordenador a la corriente…probablemente no pase nada, pero así jugamos todos en igualdad de condiciones.
Imagen de Rudy and Peter Skitterians en Pixabay